MIREIA SALLARÈS - Artista visual y documentalista

MIREIA SALLARÈS - Artista visual y documentalista

Mireia Sallarès (Barcelona, ​​1973) es una artista catalana de gran proyección internacional. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, ​​luego pasó a estudiar cine en New School University y New York Film & Video Arts. Trabaja como documentalista independiente y vive entre Barcelona, ​​Ciudad de México y otras ciudades, donde se dedica a sus proyectos artísticos. Ha expuesto en la Fundación Miró de Barcelona, ​​en el Circolo delle Bellas Artes y ARCO de Madrid, en el Museo de Arte Carrillo Gil de México, en la Americas Society de Nueva York, en la Organización Nelson Garrido de Caracas, en el Centro Cultural Montehermoso en Vitoria, en el Centro Laznia de Arte Contemporáneo de Gdansk, en Galleri en Aarhus, en el OK Centrum en Linz en Austria, en La Capella en Barcelona, ​​en el Centro de Arte Contemporáneo de Glasgow, en los Museos de Arte Moderno de Puerto Rico y Moscú, y en muchos otros sitios de prestigio. Sallarès utiliza el vídeo como canal de investigación antropológica, pero también como herramienta narrativa, capaz de producir historias a partir de la complejidad de la realidad.

Mireia Sallarès © Roberto Ruiz

Mireia Sallarès © Roberto Ruiz

Mireia, tu arte se expresa mucho a través del video. ¿Qué te ofrece este medio más que otros?

El video es la forma de representación de lo real que más se vincula con lo vital, con la vida. Porque es un lenguaje complejo y promiscuo que permite incorporar otros lenguajes sea la música o lo sonoro, la imagen en movimiento o fija, la palabra escrita o hablada, entre muchos otros. Es un soporte generoso que integra siempre y que por ello, es cómplice del deseo, que es lo que nos mueve en la vida.

Y toda mi obra se vincula a un concepto que yo defino como “vida vivida”. ¿Y qué es la "vida vivida"? Todo lo que cada uno hace con lo que la vida le da y con lo que la vida le quita. Porque la vida a todos nos concede y nos resta cosas, y por eso no es ni nada más ni nada menos que el conjunto de decisiones que tomamos para afrontarla. De entrada, esto deja clara una cosa: que no somos lo que nos pasa (sería demasiado injusto) sino lo que hacemos con lo que nos pasa (que es tan difícil). Soy consciente de que lo que da y quita la vida no es el mismo para todos. Porque la vida no es igual y porque vivimos en un mundo donde las desigualdades son cada vez mayores. De lo que estoy convencida es de que la UNESCO debería declarar la vida vivida patrimonio de la humanidad y garantizar la como derecho universal. Un derecho que no podría ser individual porque la vida vivida nos vincula los.as unos.as  con los.as otros.as e incluso a los vivos.as con los muertos.as.

Tu proceso creativo generalmente comienza a partir de la entrevista y luego se desarrolla en muchas direcciones. ¿Cómo te preparas para un nuevo proyecto?

Efectivamente la entrevista es el epicentro de mi metodología de trabajo que es una práctica fundamentalmente relacional. Podríamos decir que mis proyectos son excusas para hablar de la vida. Porque más que entrevistas, lo que registro como materia prima de mis obras, son conversaciones con personas con las que voy estableciendo relaciones de distintos tipos (participativas, colaborativas, cómplices o desafiantes), durante el largo tiempo que dura el proyecto. Porque mis proyectos, como la vida, son proyectos vividos y son necesariamente largos. No me preparo. Una no puede prepararse para una experiencia que va a ser transformadora. Hay que estar, simplemente abierta.

Imagen © Lisbeth Salas

Imagen © Lisbeth Salas

Los temas tratados en tus obras de arte son siempre muy profundos y revelan un gran trabajo de preparación. ¿Qué tan importante es la fase de investigación para ti?

Yo trabajo sobre temas muy humanos y muy complejos. Pero hago poca investigación previa, porque mi trabajo no se basa en hipótesis que quiero corroborar o sobre tesis de otros, sino en la conversación, la vivencia y el paso real del tiempo. Lo que sí hago es garantizar que los proyectos tengan largos procesos de desarrollo. Por ejemplo, el último, que he hecho en Serbia, sobre la noción de amor, ha durado cuatro años en los que he estado yendo y viniendo del territorio. Además, en realidad  la investigación nunca termina: incluso mis exposiciones las concibo como una plataforma para que la investigación continúe. A veces bromeo diciendo que soy una artista verdaderamente “post-conceptual” pero no porque acepte el peso que dejó el arte conceptual surgido a principios del siglo pasado, sino porque conceptualizo después. Es decir empiezo mis proyectos a partir de lo que podríamos describir como un proto teoría  y con esas ideas trabajo desde lo que se llama “pensamiento situado”. Es decir sitúo esa teoría en un contexto determinado, casi siempre extranjero, y observo como ese contexto las desafía y las transforma. Además, el pensamiento situado también es darse cuenta desde qué posición hablo una misma. Observar desde qué privilegios o desde qué puntos ciegos trabajamos es indispensable.

¿Cómo seleccionas los temas? ¿Cuál es el propósito de tu arte, el mensaje que quieres difundir?

Son temas que me afectan a mi personalmente. Con los que “me juego la vida”. Aunque suene exagerado. Es decir se trata de trabajar a partir de ese sabio lema que tanto ha reivindicado el feminismo: lo personal es político. Lo personal, lo pequeño, puede tener grandes repercusiones sociales. Siempre que hablo con jóvenes artistas que quieren hacer proyectos de denuncia con voluntad altruista, les aviso del peligro y les sugiero que el origen siempre debe ser una necesidad propia porque sino corres el peligro de objetivar al otro o a la otra y eso es inadmisible. Yo no hago proyectos sobre otros.as sino sobre mi a través de ellos. Y ese supuesto “egoísmo” acaba siendo mucho más generoso que obras que se generan de manera altruista y terminan teniendo un tono moralizante o acaban denunciando una explotación, explotando.

Por ejemplo, si yo he hecho un proyecto sobre los orgasmos de las mujeres en México es porque yo tenia problemas con mis propios orgasmos y quería saber qué les pasaba a las demás. Fue un proyecto que me cambió la vida, mis entrevistadas me transformaron y yo a ellas. Ir a México también era una forma de romper prejuicios como que la mujer mexicana es sumisa y no goza. El proyecto de Las Muertes Chiquitas deja claro que eso no es verdad. Sobretodo porque las mujeres que aparecen no necesitan nada de ti, ni siquiera de tu simpatía hacia ellas. No dan pena y son capaces de elaborar reflexiones sobre el deseo que atraviesan la historia, la economía, el colonialismo y otros tipos de violencias con gran inteligencia. Saben que el placer de las mujeres es un gran campo de batalla.  Y respecto a eso seguimos teniendo muchos prejuicios. A mi tener prejuicios no me parece mal, diría que hasta me parece estupendo porque es atreverse a opinar…¡lo malo de los prejuicios es mantenerlos! Es decir, que alguien venga, te los desmonte y tu hagas ver que no te has dado cuenta. Como dice doña Chelo, una mujer maravillosa a la que entrevisté en México y que falleció este año: «la costumbre mata lo natural».

Imagen © Ramiro Chaves

Imagen © Ramiro Chaves

En tu opinión, ¿cuál debería ser el papel del artista en la sociedad actual? ¿Hay alguna diferencia respecto al pasado?

Es una pregunta complicada. Por lo general prefiero no dar definiciones o opiniones de este tipo porque me parecen que se van a equivocar muy pronto. Todo cambia y el papel del arte también. Lo que sí creo es que el arte debería hoy día incorporar una gran dimensión ética sin renunciar a la libertad. Porque sin libertad no hay creación. Y sin ética de trabajo las obras pueden convertirse en pura contaminación. También hay que descontaminar la cultura. Hay un centro de arte en Belgrado creado durante la guerra en los 90s que se llama CZKD que el serbio significa Centro de Decontaminación Cultural, un lugar maravilloso que ha sabido ser espacio de libertad y crítica en las peores condiciones.  Porque hay que recordar que la cultura no es sinónimo de bondad. Podemos incluso afirmar que sin cultura no hay violencia. Nada es lo que superficialmente parece. Igual que en nombre del amor, también en el de la cultura, hacemos verdaderos desastres. Ser artista hoy, con esta conciencia, es un arduo trabajo. Creo que una buena definición de artista es aquél o aquella que se mete donde no le llaman para hablar de temas necesarios que no pueden ser abordados del mismo modo desde otras disciplinas del pensamiento y para hacer eso se necesitan dosis parejas de valentía, ingenuidad, autoconciencia y respeto. A veces me pregunto si le pido demasiado al arte…

Para llevar a cabo tus proyectos viajas mucho. ¿Crees que las diferentes culturas con las que te encontraste viviendo juntos han influido, de alguna manera, en tu forma de hacer arte? 

¿Por supuesto, si no me cambiara, no viajaría! ¿Para qué sino? Además la condición de extranjería es fundamental en mi trabajo. Y no solamente porque mi práctica sea cercana a la etnología o a la antropología sino porque yo creo que todos somos extranjeros. Estoy segura que cualquiera que lea esta entrevista se habrá sentido en algún momento de su vida extraño/a o extranjera/o en su propio país, en su propia familia, en su propio cuerpo, en su propio género, en su sexualidad…incluso en sus ideas. Esas ideas que creemos tan nuestras y que luego, afortunadamente, un día nos damos cuanta qué tanto nos han impuesto.

Campos de Batallas, video de TEA Tenerife

Eres un artista muy apreciada internacionalmente. ¿Qué es lo que más ama el público de ti?

No sé si soy una artista apreciada ni con demasiada proyección internacional. Soy una proletaria del mundo cultural. Tampoco sé si soy una artista. Lo que me ha acompañado toda mi vida es la duda de si efectivamente era artista si sabría encajar en las estructuras y las jerarquías artísticas. En sus paradojas e injusticias. Siempre he sido muy insegura, antes me daba vergüenza decirlo hasta que me di cuenta que la inseguridad puede ser un gran motor de creación. Y que el arte permite la duda radical, sin problema. Tal vez eso me gustaría que el público valorase de mi: ser una mujer de clase trabajadora e insegura, que a pesar de todo, ha tenido la obstinación de hacer arte.

¿Hay algún proyecto que sientas que aún no has logrado? ¿Un sueño en el cajón?

Sí, para empezar poder terminar  La Trilogía de los conceptos basura, que es un proyecto que empecé el el 2011 y que se basa en largas investigaciones de vida alrededor del cuestionado prestigio político de conceptos como la verdad, el amor o el trabajo. El capítulo de la verdad lo desarrolle en Venezuela, el segundo del amor en Serbia y el del trabajo está pendiente. Los conceptos basura no son conceptos sin valor sino son conceptos que han sido explotados, están  desgastados y debemos reciclar, reencarnar, descolonizar y de lo que solo nos podemos hacer cargo colectivamente. Un sueño sería poder ir al Congo a hacer algún proyecto en Hospital Panzi en Bukavu con el doctor  Denis Mukwege al que conocí por azares de la vida. No voy a explicar quien es… mejor quien lo lea y sienta curiosidad que lo busque en internet. Porque como dice otra mujer maravillosa y anónima: «sin misterio no hay chiste». 

Portada: Cuinera (de la serie sobre el amor en Serbia) © Srdjan Veljovic

 

ERIC MASIP - "Sueño con Alex de la Iglesia y Tarantino"

ERIC MASIP - "Sueño con Alex de la Iglesia y Tarantino"

FUENTE DE TREVI - Un símbolo de Roma, entre historia y rituales supersticiosos

FUENTE DE TREVI - Un símbolo de Roma, entre historia y rituales supersticiosos

0